Mientras que Suiza, un país rico y desarrollado, tiene los recursos para enfrentar estos desastres, la historia es muy diferente en las áreas en desarrollo.
En agosto de 2024, el pueblo de Thame, en la región del Everest, experimentó una catástrofe similar. Sin embargo, con menos recursos económicos y poca ayuda, la ciudad quedó en ruinas, con 135 personas desplazadas, incluidas 40 niñas y niños. El ex primer ministro Pushpa Kamal Dahal instó al gobierno a hacer todo lo posible para rescatar a las personas y brindar ayuda, destacando la vulnerabilidad de las comunidades montañosas frente al cambio climático.
Estos eventos ponen de manifiesto la cuestión de la (in)justicia climática. Las comunidades vulnerables que históricamente han contribuido menos al cambio climático son las que sufren desproporcionadamente sus efectos. Los impactos, que van desde alteraciones sociales y económicas hasta crisis de salud, suelen ser más graves porque tienen menos recursos para adaptarse. La crisis climática amplifica las desigualdades existentes, lo que hace aún más crucial abordar estos problemas sistémicos.
«Estamos enfrentando las consecuencias de un problema del cual no somos responsables. He planteado con firmeza esta cuestión en la Asamblea General de la ONU y en la COP28, pidiendo justicia climática. Las recientes GLOFs en Thame, en la región del Everest, han causado daños significativos y han puesto vidas en riesgo», explicó Dahal.
Entre 2010 y 2020, la mortalidad por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones en desarrollo. La justicia climática exige que la carga de enfrentar el cambio climático se comparta de acuerdo con las responsabilidades y los recursos. Hay muchos aspectos de la justicia climática, incluidas las desigualdades estructurales, socioeconómicas e intergeneracionales. Incluso dentro del mismo país, los impactos del cambio climático pueden sentirse de manera desigual debido a las desigualdades basadas en la etnia, el género, la edad y el estatus socioeconómico. Por ejemplo, los Pueblos Indígenas, que ayudan a proteger el 80% de la biodiversidad mundial, enfrentan peligros crecientes para sus vidas, empleos y formas tradicionales de vida.
A medida que continuamos explorando los Alpes, os invitamos a reflexionar sobre estos desafíos. El cambio climático no es solo un problema ambiental, es una cuestión de justicia social. La forma en que decidamos responder moldeará el futuro de nuestro planeta y la vida de quienes lo habitan. Trabajemos juntos para asegurarnos de que el futuro sea justo, seguro, equitativo y sostenible para todos.