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Entrevista a Josep Bunyesc

Kilian Jornet Fundation
diciembre 21, 2023
Kilian Jornet Fundation
diciembre 21, 2023

Entrevistamos a Josep Bunyesc, arquitecto y doctor en arquitectura sostenible y economía de energía.

1- ¿Cuál podríamos decir que es el impacto principal que tiene la construcción/arquitectura en el medio natural?

Las construcciones en el medio natural, o sea en todo el planeta, podríamos decir que tienen impacto en dos momentos o en dos niveles:

  • Uno, relacionado con los materiales con los que se construye, movimientos de tierra y movimientos de recursos para crear ese objeto en ese lugar. A veces materias que se movilizan desde muy lejos y la energía necesaria para desintegrar o reabsorber por la naturaleza todos aquellos materiales.
  • Dos, durante el uso del edificio: la energía y recursos que utilizamos para tener en funcionamiento el edificio, desde la climatización, el agua, electricidad e incluso la alimentación y los residuos de todo esto derivado de nuestra actividad en estos edificios. En el primero, para mitigar el impacto debemos reflejarnos con la arquitectura vernacular del lugar, preindustrial, con materiales locales con poca transformación y con materiales renovables por la naturaleza como la madera.

En el segundo punto, sobre la energía necesaria para funcionar: hemos llegado a construir edificios que generan su propia energía e incluso edificios a los que sobra. Es lo que llamamos arquitectura o edificios positivos, que generan la energía renovable en el lugar básicamente con energía solar, pudiendo gestionar su propia agua e idealmente generando el alimento por las personas que transitan.

2- ¿Qué importancia otorgas a la durabilidad de los materiales utilizados en la construcción en la montaña, especialmente en el caso de la madera como elemento constructivo?

Los materiales utilizados deben durar pero, al final de su vida útil, deben poder ser reabsorbidos por la biosfera y desaparecer, como todo el mundo orgánico. Hay que entender los materiales que se utilizan, cómo son y cómo se trabajan. Un pueblo preindustrial abandonado al cabo de unos años, no más de 40 años, es engullido y digerido por la naturaleza. Los materiales que hemos desarrollado con afán de ser eternos (falsa expectativa de la vida y desviada forma de entender nuestro paso por este mundo), hacen que puedan aguantar condiciones extremas, pero después se convierten en un residuo difícil de gestionar, como algunos metales o plásticos . La madera es un ejemplo. Bien construida, entendiendo la esencia del material, puede durar muchas generaciones. Sólo hay que ver a los templos japoneses, que han soportado seísmos y otras perturbaciones.

3- ¿Cómo abordas la selección de materiales para garantizar la resistencia a las condiciones climáticas y ambientales específicas de la zona montañosa, y qué criterios priorizas en esta elección para asegurar una construcción sostenible y de larga duración?

La caducidad funcional de las construcciones es a menudo mucho más rápida que la caducidad de muchos de los materiales de construcción. En las ciudades se ve, se derriban edificios de menos de 100 años porque allí quieren construir edificios más altos o más grandes o adaptados a las necesidades cambiantes. Con lo cual es un error buscar edificios eternos cuando la funcionalidad por lo que están pensados es cambiante y esto es más rápido de lo que pensamos. Por tanto, no hace falta hacer edificios eternos. Sí que duren una o dos generaciones, pero las siguientes ya las actualizarán a sus necesidades. Pero no debemos traspasar a las generaciones futuras (algo que ahora estamos haciendo), un trabajo de deconstruir mayor que el que tuvimos al construir. Esto con algunos materiales que utilizamos actualmente ocurre. Como el hormigón armado, paneles Sandwich de chapa lacada y poliuretano, amianto. Materiales muy duraderos pero muy difíciles de deconstruir y reciclar. Hay que priorizar una buena calidad de la construcción del sitio y de su uso, más que utilizar de forma descontrolada y con poco criterio materiales duraderos en sí mismos.

4- ¿Cuál es el proceso que sigues en el diseño? ( Desde escoger los materiales, proceso de construcción, cálculo de durabilidad con y sin mantenimiento)?

Con el diseño, nos basamos en los dos puntos que comentaba al inicio. De una parte que la forma y la implantación del edificio tenga a favor las características del lugar, el sol, el viento, las vistas, los cimientos, riesgo de aludes, accesibilidad, agua…  Con estos puntos a favor ya tenemos mucho ganado para que el edificio pueda funcionar solo. Si intentamos pasar el invierno en un sitio que no le da el sol, ya no es necesario seguir pensando en los materiales de construcción, seguro que no funcionará bien. Y después, una vez conocemos las características del lugar, intentamos aprovecharlas. Por ejemplo colocaremos las ventanas donde tocará el sol de invierno, nos protegeremos del viento dominante y quizás la forma aerodinámica permitirá que no se enfrente violentamente con el viento. Es lo que hicimos con la primera ampliación del refugio Colomina. Así nos ponemos el sitio a favor y aprovechamos sus cualidades. Esto sería arquitectura bioclimática. Y para materializar la construcción, priorizaremos materiales locales, renovables y de bajo impacto ambiental y saludables. Aquí materiales como madera, tierra o piedra son buenos materiales.

5- ¿Ves posible una construcción con materiales propios de la zona y construcción húmeda en el sitio? ¿Podría ser esa construcción in situ más sostenible a la larga y más duradera?

Es viable construir con los materiales propios de la zona, de hecho es ideal. Pero cuidado: la piedra es buen material, sí. Pero si para unir las piedras utilizamos unos morteros sintéticos que engancharán definitivamente las piedras entre ellas, en el momento de la deconstrucción ya no tendremos la piedra del sitio sino otro material sintético, ajeno al lugar, que se llama escombro. Y ese conglomerante es lo que perturba. La construcción con piedra seca o con conglomerante natural, como el barro (que se utilizaba antiguamente) es un buen sistema estructural, pero no térmico. La piedra es muy conductora y no sirve para mantener el confort en su interior durante el invierno. La madera es más fácil de unir y entrelazar a nivel estructural. Podemos hacer techos y cubiertas como siempre se ha hecho, y por todo el mundo. Por algo será. Pero debe ser madera local y sin tratamientos químicos porque si importamos maderas foráneas y las tratamos con químicos, para garantizar una durabilidad miedosa, estamos creando un material ajeno y tóxico. Entonces tampoco es una buena opción. Debemos hacer el esfuerzo de conocer los materiales, saber para qué son buenos y cómo se construye con ellos. También conocer los oficios tradicionales y el know-how para sacar el mejor provecho de cada material, al igual que de las condiciones del lugar sin dopar o alterar estos materiales. Sino pierden el vínculo con el sitio y su salud.

6- ¿Cuál es el valor de las construcciones tradicionales en alta montaña y qué diferencias existen con las construcciones actuales?

El valor de las construcciones tradicionales es que normalmente han sabido aprovechar lo mejor de la esencia de cada material de construcción optimizado en ese lugar. Esto es un saber evolutivo, acumulado de generaciones. Es el tesoro cultural que nos permite avanzar y mejorar, y que debemos aprender antes de hacer nada más. Y cuando hacemos algo, en las construcciones actuales, debemos partir de lo que sabían y mejorarlo. Por ejemplo, el bioclimatismo y la orientación de los edificios tradicionales es ejemplar. Pero nosotros podemos añadir hoy materiales que nos aíslen del frío y el calor. Tenemos, por ejemplo, cristales de gran formato que nos permiten captar el sol y calentarnos. Sólo con el sol que entra por las ventanas. Esto nuestros antepasados no lo tenían, y nosotros sí. Debemos aprovecharlo, y hacer evolucionar los edificios y su imagen icónica, con consecuencia. Podemos hoy hacer edificios que en invierno estén a más de 26ºC en el interior, estando a más de 2.400m de altura, como el regfugio Ventosa Calvell o el Colomina. ¡Y lo conseguimos sólo con el sol que les llega! Si podemos hacer edificios con este nivel de confort en zonas extremas sin energía externa, debemos poder hacerlo en todo el mundo. Éste es un mensaje claro y potente. Y no hacerlo es una irresponsabilidad sabiendo que puede hacerse.

7- En el contexto de los refugios de montaña, como el Refugio de Goûter, que a menudo se encuentran masificados, ¿cómo se abordan los retos ambientales derivados de la generación de residuos, el suministro de comida y otros productos necesarios para su funcionamiento?

En un lugar donde no puedes abastecerte de los recursos necesarios para que las personas desarrollen actividades, no deberían realizarse estos edificios. Al igual que no hacemos ciudades bajo el agua o no ponemos calefacción en la playa en invierno, hay servicios que no se pueden dar allí donde no se puede. O ser consciente de las limitaciones del sitio. Si no hay agua cada persona debería subirse la suya, pero tampoco porque debería bajar el residuo, y eso no lo harán. Todos los cruceros son un despropósito, pero comprar aquí manzanas de América del Sur, es también un despropósito. O ir en coche al gimnasio. Estamos rodeados de despropósitos y actos sin sentido. Los hacemos en una sociedad de borrachera energética fácil que ya vemos que empieza a oler a resaca, cuando todavía algunos están comprando bebida para evadirse. ¿Evadirse de qué? Debemos ir aprendiendo tranquilamente ahora que todavía podemos vivir sin estar dopados, y hacer con lo que tenemos al alcance sin endeudarnos energéticamente ni económicamente con los recursos locales y de nuestro momento. Si podemos hacer este cambio ahora porque queremos, es mucho más suave, incluso gustoso, que no hacerlo por obligación cuando ya no haya otra opción y no tengamos ni el tiempo ni la preparación para hacerlo.

*Fotografias: Stella Rotger y Josep Bunyesc.