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¿Por qué son importantes las montañas?

Las montañas tienen un papel clave en nuestro sistema global. Sin ellas y su entorno no existiría la vida, y por eso es esencial conservarlas y gestionarlas de forma sostenible.

La meteorización de las rocas extrae alrededor de una gigatonelada de CO2 cada año.
Los bosques absorben 9.5 gigatoneladas de CO2 cada año y liberan oxígeno.
La nieve y los glaciares reflejan la radiación solar.
Los glaciares almacenan entre el 60-80% del total de agua dulce de todo el planeta.
El 73% de los lugares que concentran mayor biodiversidad se encuentran en las montañas.
Las montañas cubren el 25% de la superficie terrestre y proveen de materiales esenciales como la madera, alimento y energía.

4 razones por las que las montañas son importantes

Los entornos de montaña son una pieza fundamental en nuestro día a día, ya que cubren un 25% de la superficie de la Tierra y todos los habitantes dependemos de ella de forma directa o indirecta. 

Nos proveen de agua

El agua dulce es vital para nuestra supervivencia. Una parte muy importante de esta agua se encuentra en entornos de montaña como los glaciares, los lagos o los ríos. Las montañas proporcionan agua dulce a más de la mitad de la población mundial, tanto para beber como para uso doméstico, el riego, la industria o la producción hidroeléctrica.

Proporcionan recursos naturales

Gracias a los ecosistemas de montaña podemos obtener numerosas materias, como la madera, alimentos básicos o agua potable. A partir de algunos de ellos se puede generar energía renovable, ya sea hidroeléctrica, solar, de biomasa o eólica; beneficiosa para la salud humana.

Refugios naturales de biodiversidad

Las regiones de montaña ofrecen refugio a innumerables especies de flora y fauna endémicas o amenazadas: un 73% de estos epicentros se ubican en estas áreas. La biodiversidad es clave para la supervivencia de nuestro planeta. Los bosques que se encuentran en los ecosistemas de montaña son imprescindibles para reducir la erosión y aumentar la calidad y cantidad del aire. Además, son fuente de madera como recurso natural y actúan como una barrera física para disminuir el impacto de los desastres naturales.

Aportan resiliencia contra el cambio climático

Los entornos de montaña tienen sus procesos de resiliencia o adaptación a los factores negativos del cambio climático. Y los hay de varios tipos, desde la absorción de CO2 a través de los bosques o la erosión de algunas rocas hasta la reducción de la insolación a través del reflejo de las superficies blancas (efecto albedo).

¿Por qué debemos proteger las montañas?

El cambio climático está poniendo en peligro los entornos de montaña. Los cambios que está sufriendo el planeta afectan directamente a los entornos de montaña, pero también a todos aquellos que dependen de estos: la fauna, la flora y nosotros como humanos.
Proteger las montañas y aumentar su desarrollo sostenible es primordial y se puede empezar a pequeña escala. Esta protección nos ayudará a aumentar la capacidad de recuperación, tanto de sus habitantes como de los principales recursos que proporcionan: alimentos, agua o la conservación de la biodiversidad. Hay que abordar el clima y otros cambios de forma integral y, por tanto, es indispensable recopilar conocimientos y sensibilizar sobre la importancia de las pequeñas acciones para el cambio del sistema global hacia las montañas.
¿Qué pasa si no protegemos las montañas? Estas son algunas de las consecuencias del cambio climático relacionadas directamente con los entornos de montaña:

Aumento de los niveles de agua en el mar

Cuando los glaciares se derriten, incrementan dramáticamente el nivel del mar. Se calcula que el nivel del mar podría aumentar hasta 70 metros y causar no solo desastres naturales sino también problemas de abastecimiento de agua dulce. Esta alteración del agua salada de los océanos puede provocar también la alteración de las corrientes marinas con un posterior cambio de patrón en el clima global y los fenómenos extremos.

La contaminación de los entornos de montaña se transmite tanto a personas como a animales

El ecosistema está interconectado como una gran red, en la que un pequeño cambio puede convertirse en una gran problemática. Por ejemplo, si un glaciar se derrite, la polución atrapada en el hielo puede entrar en los ríos y océanos, y acabar afectando a todos los organismos vivos. Lo mismo puede ocurrir con el vertido incontrolado de sustancias químicas en sistemas naturales kársticos (espacios de roca soluble modelados por el agua), donde tanto las aguas subterráneas como los acuíferos son reserva de agua potable para la población de la zona.

Incremento de desastres naturales

Las variaciones climáticas pueden desencadenar catástrofes naturales en los espacios de montaña, como aludes, incendios, inundaciones… Todo esto puede acabar afectando directamente a la población y eliminando o alterando ecosistemas vulnerables y únicos de algunos lugares.

Alteración de los climas

El aumento del nivel del mar, a causa del deshielo de los glaciares, provocará un cambio de las corrientes marinas debido a la mezcla del agua dulce con el agua de los océanos. Esto causará una alteración en los climas y en la aparición de fenómenos meteorológicos severos como tifones, tormentas tropicales o variaciones en el Niño o la Niña.

Pérdida de la biodiversidad

Las zonas de montaña son refugios naturales para muchas especies de flora y fauna endémicas o en peligro de extinción. Al ser un ecosistema frágil y hábitat de especies vulnerables, la convierten en un lugar de elevada importancia como hotspot en este aspecto.

Aumento de la desigualdad en las zonas menos desarrolladas

Las áreas de montaña son lugares vulnerables y menos desarrollados, en todos los aspectos. Al ser un ecosistema frágil con la afluencia directa del cambio climático, estas diferencias se pueden hacer más notables y la desigualdad, mayor.

Deforestación incontrolada

Los bosques son un factor clave en las zonas de montaña, ya sea porque nos ayudan al aumentar la calidad del agua y del aire, son refugio de la biodiversidad, ayudan a reducir la erosión en áreas donde el terreno tiene mucho desnivel o son barreras físicas más que notables para proteger de desastres naturales, como desprendimientos, mudflows o rockkslides. Además, sus raíces ayudan a estabilizar el suelo y contribuyen a reducir el peligro de las riadas.